20/05/2011. Amanezco en Brixton. Salgo corriendo hacia el metro, había quedado con un profesor de inglés para mi primera clase.Tras 20 minutos de metro llegué a la British Library. Allí estaba Gary, entramos dentro y la "clase" duró unas dos horas, la verdad que necesito estudiar inglés seriamente. Recargué mi Oyster, la tarjeta del metro, el mayor robo jamás visto: 32 euros la semana. Fue en ese momento en el que puse mi primera reclamación de mi vida y tuvo que ser en inglés y en UK. Mi tarjeta, tras pagar la semana, no funcionaba y nadie se hacía resposable del error, así que tras investigar y rellenar papeles conseguí regresar a casa. Esa noche había quedado con Marina, una amiga del colegio de siempre que está estudiando arquitectura a la vez que trabaja ayudando a una de las grandes de su oficio. Estuvimos por South Kesington. Una zona bastante chula y de las ricas de Londres. Ella y sus amigas estaban cenando en Nam Long, un restaurante de comida asiática que ahora, por lo que parece, es lo más de esa zona. Además también hacen cocteles, chupitos...el más conocido es el Ferrari: na combinación de todo tipo de los mejores whiskys flambeados.Su precio, 18 libras, así que decidí tomarme un Strawberry Daikiri que tenía un precio más normal. Después de ahí la verdad que la noche fue algo extraña. Acabamos con Andrew, un chico londinense, montándonos siete personas en un taxi, para ir a Raffles, una especie de afterhours. Y es que como en España la fiesta nada, ¿qué es esto de tener que ir de after a las 2 am porque todo está ya cerrado? Nada, en este país se lleva más eso de las cañas y la hora del té.
21/05/2011. Día tranquilo. Mientras Elena hacía sus últimas compras, yo dormía. Y es que el día anterior me había dormido sobre las 6am. Sí, me perdí mientras volvía. Confundir dos calles aparentemente paralelas,puede ser de lo más divertido, acabas haciendo turismo mañanero por los barrios turbios de Londres. Así que, cuando acabó me llamó, comimos aquí, y de charla hasta las 8 con los compañeros de zulo. Partimos hacia su casa. Acabamos de hacer su maleta, sus dos equipajes de mano (uno camuflado como mochila) y regresamos a mi piso. Aquí estaba todo el mundo etílico, así que un buen rato de risas, dormimos una horita y cuarto, y de nuevo en pie a acompañar a esta pequeña a Victoria para que se llegara al aeropuerto. Pero como siempre, un contratiempo, el metro no abre hasta las 7am. Aquí cada estación abre y cierra cuando quiere. Pues nada, en bus. Tardamos un poco más, pero, realmente, me dio igual. Cerré los ojos un segundo y amanecí, prácticamente en la estación de Victoria. Despido a mi pequeña Jarones, y vuelvo para mi vida solitaria en mi guetto.
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