LivingLondon

Cuatro días de mi llegada a Londres. Cuatro días en los que he aprendido a que se puede alimentar una persona a base de pollo, ensalada, pasta y arroz, además por supuesto: fast food. La verdad que estoy es increíble, el frío me mata, pero por lo demás genial.

El primer día fue una completa odisea, noche en el aeropuerto, tasas impagables de Ryanair, el metro de Londres en el que me perdí y mucha gente nueva.

La primera decepción: el piso. Es mi pequeño y viejo zulo. La gente es simpática, el único problema es que son españoles y no hablo casi nada de español. Por eso, estoy intentando mirar uno nuevo mientras mi casero me amenaza diciendo que el mínimo son tres semanas, y yo le achaco que esto no es lo que él me había enseñado por correo. Pero recalco, los compañeros merecen la pena.

Durante estos días ha venido a verme mi prima, gran compañía y un poco de turismo. Ver a este personaje rubio intentando hablar inglés debería ser patrimonio de la humanidad.

Ahora vuelvo a la soledad en esta gran ciudad. Siempre con la Jarones, que me ha enseñado, o al menos lo intenta, a coger el metro casi sin perderme, a saber dónde están las mayores gangas londinenses y a estar a su lado hablando inglés.

Ayer por primera vez cogí el nocturno para llegar a mi guetto, una experiencia nunca vivida, e inexplicable: tardé unas dos horas en llegar.

Así que ahora estoy tumbado en la cama, haré algo para comer y saldré en busca de un trabajo. (He encontrado un café/bar/pub genial en Candem Town, pero me recorreré todo lo posible para que cualquier persona me explote un poco, lo he asumido y quiero hacerlo).

Después iré a por Elena a su cafetería Presto, cenita en su casa, y estos dos cacereños conquistarán por primera vez la noche inglesa, ¡QUÉ TIEMBLE LA REINA MADRE!

See u guys!